Creo que el arte ha de movilizar el pensamiento, impulsando a la reflexión sobre nuestra condición humana, la vida y la muerte.
Con rebeldía, descaro, generosidad y amplitud de miras.
A través de la pintura mezclo temas diversos, que me tocan muy profundamente. Es el medio que me ayuda a vivir y a liberarme de todas las inquietudes y cuestiones que me preocupan: racismo, corrupción, impunidad, sexismo, homofobia, destrucción del delicado equilibrio ecológico, tabúes, miedos atávicos, guerras, aunque…
…en otras escenas también dejo espacios para la ternura, la paz y las contradicciones cotidianas.
En algunas ocasiones acudo a imágenes de mi infancia que se convierten en vehículos para expresar mis percepciones y sentimientos, planteándome a través de ellas preguntas que la mayoría de las veces no tienen respuestas.
Utilizo el sillón como un medio, un escenario en el que transcurren hechos y cuestiones que quiero destacar, denunciar, señalar, interrogar… porque -entre otras cosas- tengo especial interés en defender lo que creo justo fomentando la conciencia de una sociedad más humana, que anteponga la dignidad de las personas a cualquier otro interés.
Los seres humanos -preñados de miserias y prejuicios- hemos creado mezquinas barreras y fronteras, separando los hombres de los hombres, clasificándolos según su color y lugar de nacimiento… Cuando no según su nivel económico, social y cultural, su orientación política, sus creencias religiosas y sus preferencias sexuales.
En realidad, somos todos negros, rojos, amarillos, blancos, cobrizos y mestizos. Nada más -ni nada menos- que seres humanos, sin DNI ni más hechos diferenciales…